Hasta la década de 1700, la cerveza fue un alimento básico para la mayoría de las familias en Inglaterra y otras partes de Europa. Esta bebida era una forma económica de consumir y conservar los cereales.
Para la clase trabajadora, la cerveza proporcionó una fuente importante de nutrientes, llena de carbohidratos y proteínas. Debido a que la bebida era una parte tan común de la dieta de una persona promedio, la fermentación era, para muchas mujeres, una de sus tareas domésticas normales. Las mismas mujeres que atendían las tabernas y preparaban alimentos, eran las encargadas de elaborar la cerveza, una habilidad que se fue perfeccionando y se transformó en un auténtico negocio.
Las mujeres comenzaron a tener presencia en los mercados ingleses, ya que eran las artífices por excelencia de las cervezas artesanales más codiciadas del lugar. Como todo negocio que próspera, pronto se genero competencia. Además en una sociedad con un catolicismo protestante avanzando, no estaba bien visto que las mujeres se relacionen con el alcohol y los negocios.
Comenzó de esta manera una persecución hacia estas mujeres que elaboraban «pócimas» peligrosas que alteraban los estados de los hombres trabajadores. Fueron acusadas de brujería.
Las vestimentas negras eran su ropa de trabajo. Las Escobas eran colocadas en los techos cuando salía una nueva tirada. Los gatos ahuyentaban los ratones de los granos y los Sombreros en punta eran para ser más visibles en las multitudes de ferias y puntos de venta. Otro de los símbolos que distinguían a una casa cervecera era un talismán similar a la estrella de David, seis puntas que representaban los ingredientes de una buena cerveza: lúpulo, granos, malta, levadura, agua, y la mujer cervecera.
La alusión judía fue el pretexto perfecto para que la Iglesia aprovechara la creciente ola de antisemitismo del siglo XV (que vería la cúspide con la Inquisición de los Reyes Católicos) e invadiera un negocio lucrativo y de paso eliminara la influencia de las mujeres. Además, esto favoreció a las abadías y monjes que elaboraban cerveza en aquellos tiempos, ya que lograron quedarse con todo el negocio de la cerveza artesanal.
Un estudio de Stanford publicado en 2014 indica que entre las microcervecerías sólo 4% de los maestros cerveceros son mujeres, aunque al menos 32% de todo el consumo de cerveza artesanal viene de mujeres. En nuestro país sucede algo muy similar. Enhorabuena, cada vez son más las mujeres que cocinan cerveza y están al mando de las cervecerías. La Comunidad de Mujeres Cerveceras es una gran muestra de ello; porque no lo olvidemos, fueron las mujeres las primeras en cocinar esta hermosa bebida que tanto disfrutamos!